Gigantesco «ecoducto» protegerá a los pumas de California

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Si algo consiguen las estrellas de Hollywood es llamar la atención. Fue así que P-22, el puma que saltó a la fama al ser retratado junto al mítico cartel de la meca del cine, simbolizó la lucha de la vida silvestre acorralada por el desarrollo urbano en California.

El puma, bautizado por su collar de rastreo, sorprendió al sortear desafíos urbanos para pasar la mayor parte de su vida en las colinas de Hollywood, tan cerca de sus habitantes como cualquier otra celebridad.

Y la ciudad lo lloró efusivamente en diciembre de 2022, pero se emocionó al ver emerger a una nueva estrella en mayo cuando un residente capturó en cámara la imagen de otro puma en la región.

«Los pumas son una de las muchas especies amenazadas por la expansión urbana», dijo Andy Blue, del Centro de Vida Silvestre Ramona, de la Sociedad Humana de San Diego.

«Estos animales son nativos de estas áreas, ellos han vivido aquí desde siempre, y ahora nosotros estamos construyendo casas y estructuras en su propiedad. La interacción es inevitable».

Esta proximidad comienza a caracterizar a ciudades como Los Ángeles, en donde ver coyotes en las calles se ha vuelto tan común para los recién llegados como ver las luminarias de la gran pantalla.

También ha producido un lento pero sostenido proceso de concientización sobre el precio del desarrollo urbano para los animales y cómo preservar lo que aún queda.

«Puede desaparecer»

La caza, el uso de raticidas, las colisiones con vehículos y el aumento de incendios e inundaciones, consecuencia del cambio climático acelerado por la acción humana, son las principales amenazas a la vida silvestre en California, detalló Blue.

Una de las más ambiciosas acciones en este sentido es la construcción del corredor animal Wallis Annenberg, en las afueras de Los Ángeles.

En 2025 se estrenará la primera fase del proyecto, que se extiende sobre los diez carriles de la autopista 101, una de las más transitadas arterias viales del sur de California.

«Cuando fue construida en esta área hace 60 años tuvo la consecuencia no deseada de cortar las montañas de Santa Mónica y crear islas de hábitats», explicó Lauren Gill, directora adjunta en California de la organización National Wildlife Federation.

Esta fragmentación disminuyó la diversidad genética de todo tipo de especies y colocó a los pumas «en riesgo de un vórtice de extinción», debido a que estos predadores requieren enormes superficies de territorio para buscar alimentos y reproducirse.

El corredor, una especie de costura ecológica presupuestada en 80 millones de dólares, será el mayor del mundo en su tipo y beneficiará a las especies nativas obligadas a enfrentar una autopista que registra más de 300,000 pasajes diarios.

Gill puntualizó que ayudará incluso a pequeñas aves como los autóctonos cameas, «que son tan diminutas que las corrientes de viento generadas por la autopista les impiden cruzar».

Conflicto

La demanda de este tipo de iniciativas es evidente en el Centro de Vida Silvestre Ramona.

«De uno a dos pumas son golpeados por carros semanalmente en California, y es la principal causa de muerte de los pumas en el estado», dijo Andy Blue.

«Todo animal que llega aquí está enfermo, huérfano o herido», agregó el portavoz del centro que recibe de mapaches a osos.

«Y puede ser desde que la madre fue atropellada por un carro, o que los enormes incendios forestales en el sur de California separaron a los cachorros de los padres, o por las inundaciones de las lluvias que tuvimos hace un par de años».

«Estos animales llegan a nuestro cuidado con frecuencia debido al conflicto entre los humanos y la vida silvestre«, explicó Blue, cuyo paciente puma más reciente fue liberado el mes pasado tras recuperarse de un atropellamiento.

Para Blue, reeducar a la comunidad sobre cómo lidiar con los animales es crucial para garantizar la convivencia.

«No necesitamos de mucho para facilitarles la vida», coincide Johanna Turner, una fotógrafa de vida silvestre que ha instalado un sinfín de cámaras en varios parajes en las afueras de Los Ángeles para retratar animales en su hábitat.

«Sólo quiero que las personas sepan lo afortunadas que son al tener esta naturaleza salvaje«, afirmó desde una colina próxima observando el mar de luces de Los Ángeles. «Y que puede desaparecer. Puede acabar muy rápido».

«Estamos tan acostumbrados a historias trágicas sobre la vida silvestre, y a rendirnos y decir ‘esto es una ciudad, simplemente no puede ser aquí'», reflexionó Turner. «P-22 nos demostró que sí se puede».

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