¿Es la ciencia la nueva aliada de Dios? ¿Son la relatividad, la mecánica cuántica o la expansión del universo algunos de los pilares sobre los que se asienta la tesis de que Dios sí existe? La reflexión y el análisis están servidos. Y a ello nos invitan Oliver Bonnassies y Michel-Yves Bolloré en su libro ‘Dios, la ciencia, las pruebas’. Un documento en el que hay espacio para la filosofía, la moral, los enigmas y la ciencia. Un auténtico ‘buffet’ al que ambos autores nos convidan mientras nos recuerdan que, si en los albores del siglo XX creer en un Dios parecía oponerse a la ciencia, porque se asistía al triunfo intelectual del materialismo, hoy esa ciencia parece revelar todo lo contrario. Con un lenguaje cercano y en una entrevista tête à tête con Muy Interesante, los autores de esta obra sostienen que si Dios no existiese todo tendría una explicación racional y, por tanto, no existirían los milagros, y si Dios no existiese el universo sería eterno porque nada puede surgir de la nada y porque, aseveran, “necesitamos a Dios para explicar el mundo”.
¿Por qué llegar a Dios a través de la ciencia?
Cuando yo era joven era agnóstico, no era creyente. Me parecía que todo lo que tenía que ver con Dios era bastante irracional. Estudié cosas vinculadas con la ciencia y luego monté varias empresas que tuvieron bastante éxito. Y un día empecé a hacerme grandes preguntas sobre cuál es el objetivo de todo esto, de si merecía o no la pena seguir por el camino que había tomado… Lo cierto es que no encontraba respuestas hasta que me topé con el libro ‘Y a-t-il une vérité?’ (¿Existe una verdad?) de Jean Daujat que explicaba las razones de creer en Dios dando un argumento racional.
“Si Dios no existiese el universo sería necesariamente eterno, porque estamos todos de acuerdo, creyentes y ateos, que nada puede surgir de la nada”
¿Y hubo una alineación con ese argumento?
Lo cogí, lo leí, busqué sus fallos y no los encontré. Al contrario, encontré que su argumento era bastante sólido y que la respuesta a la pregunta sobre la existencia de Dios sí podía ser racional. Esto no es algo que se pregunten sólo los hombres del siglo XXI, es algo que se han preguntado los hombres de todas las épocas, porque la respuesta condiciona enormemente al mundo. No es lo mismo pensar que Dios existe que pensar que no.
¿Cuál es el objetivo que tienen con este libro?
Este libro es importante actualmente porque estamos en un mundo en el que hay gente muy inteligente que cree en Dios y gente muy inteligente que no cree en absoluto. Solemos pensar que no vamos a poder encontrar una certeza al respecto, pero no es cierto. ¡Ha habido tantos descubrimientos científicos en los últimos 100 años que han cambiado nuestras opciones para explicar las cosas!
Hablemos de la contraposición entre ciencia y fe. Si intentamos llegar a Dios a través de la ciencia, por muchas pruebas que haya, ¿no estamos constriñendo a Dios a nuestro pensamiento?
Debemos diferenciar entre fe y conocimiento sobre la existencia de Dios. El conocimiento es un saber y la fe es una confianza y una adhesión a algo. Doy un ejemplo. Yo creo en la existencia de Emmanuel Macron, el presidente de Francia, sin embargo, no lo he visto nunca personalmente, más allá de la televisión, pero no tengo fe en él. Le puedo dar otro ejemplo con el diablo. El diablo sabe que Dios existe, pero no tiene fe en él. Dicho esto, en nuestro libro no hablamos de fe sino de conocimiento sobre la existencia de Dios. La fe sería otra etapa.
“Debemos diferenciar entre fe y conocimiento sobre la existencia de Dios. El conocimiento es un saber y la fe es una confianza y una adhesión a algo”
En la última parte del libro sí se habla de pruebas no científicas…
Puede parecer que la segunda parte del libro es menos racional que la primera, pero no es así. La segunda parte sí es racional y lo explico. Solo hay dos tesis: Dios existe o Dios no existe. No hay grises entre medias. Si Dios no existiese todo tendría una explicación racional, y por tanto no existirían los milagros. Si puede encontrar una historia que no tenga explicación racional, o puede encontrar el ejemplo de algún milagro, entonces la tesis de que Dios no existe es falsa, y como es binario es la otra tesis la que sí es verdad. Lo que proponemos en esa segunda parte es que el lector encuentre una explicación por sí mismo a ciertos enigmas para que él determine si hay o no una explicación racional para ellos.
“Si Dios no existiese todo tendría una explicación racional, y por tanto no existirían los milagros”
¿Es decir que los milagros respaldan la tesis de que Dios sí existe?
En el caso de Fátima, por ejemplo, hemos recibido muchas cartas de protesta, pero ninguna propuesta que pueda explicar lo que pasó de forma racional. Ninguna de las pruebas que se plasman en el libro son absolutas, pero todos los elementos convergen en que sí, en que Dios existe. ¿Qué es una prueba? Un elemento racional o intelectual que usamos para acreditar una tesis o contradecir la antítesis. Los únicos elementos absolutos están en los universos limitados. En el mundo real no existen las demostraciones absolutas.
Leyendo el libro se puede llegar a la conclusión de que Dios podría existir… y es fascinante que estas tesis tengan una vinculación con el pensamiento de Santo Tomás de Aquino o de San Agustín siglos después.
No hay demostraciones absolutas, pero sí hay pruebas sobre la existencia de Dios. Cojamos la tesis de que Dios no existe. Esto tiene implicaciones y consecuencias. ¿Estamos de acuerdo? La primera es que si Dios no existe el universo es necesariamente eterno, porque estamos todos de acuerdo, los creyentes y los ateos, que nada puede surgir de la nada. El problema es que la ciencia hace 200 o 300 años no podía decir nada acerca de la eternidad del universo, pero desde hace unos 50 años la ciencia apunta que el universo no es eterno, así que… si el universo no es eterno tenemos la prueba de que la tesis de la inexistencia de Dios es falsa.
¿Y no puede ser el universo fruto del azar?
Hoy sabemos que el universo está compuesto de espacio, de tiempo y de materia, y sabemos que las tres cosas están relacionadas entre sí. Si hubo un inicio para el espacio y la materia la causa que lo provocó no fue ni espacial, ni temporal ni material. Todos los ateos han estado siempre obligados a pensar que el tiempo era indefinido e infinito en el pasado porque si hubiera habido un principio eso implicaría que hay un Dios, si hubiera habido un principio es que había un creador. No es una cuestión de azar.
¡¿Dios es un científico?!
Es un ingeniero y también un artista porque todo lo que hace es bello. Lo llamativo es que el mundo sea comprensible en ecuaciones matemáticas. Es complejo, lo sé, pero lo es para todos. ¿Cómo es posible que la ley de la gravedad sea igual aquí que en la galaxia de al lado? Tiene que haber una explicación. Si fuese por el azar no habría regularidad. Para que haya una regularidad tiene que haber una causa.
Dios, la ciencia, las pruebas
‘Dios, la ciencia, las pruebas’, de Michel-Yves Bolloré y Olivier Bonnassies.
Regularidad versus azar.
El azar no causa regularidad. Hay varios momentos en la historia de la humanidad. Hubo un tiempo en el que no hubo ateos, todo el mundo creía en Dios porque estaba la intuición de los hombres y la filosofía de personas como Santo Tomás de Aquino. Después la ciencia sostuvo que no se necesitaba a Dios para poder explicar el mundo, y luego pasó lo contrario. Hacia 1900 toda la gente inteligente era atea. Y doy ejemplos, Karl Marx, Sigmon Freud, Charles Darwin… y eso coincidió en el tiempo con una serie de revoluciones vinculadas al ateísmo, como la Revolución Rusa de 1917, el ascenso del nacional socialismo en la Alemania de los años 20, los cambios de España en los años 30… esto explica cómo la ciencia tuvo una influencia a la hora de no creer en Dios y como esto tuvo una influencia en la política. Ahora bien, para sorpresa de los materialistas, los descubrimientos del siglo XX han mostrado que necesitamos a Dios para explicar el mundo.
“Desde hace unos 50 años la ciencia apunta que el universo no es eterno… ahí tenemos la prueba de que la tesis de la inexistencia de Dios es falsa”
La gente necesita verdades absolutas, que sean verificables, que sean más fáciles de entender porque son como pruebas de laboratorio.
Lo que hemos pretendido con este libro es invitar al lector a un buffet para que elija el plato que quiera. Hay 300 páginas sobre ciencia, unas 40 sobre filosofía, unas 30 sobre la moral y un centenar sobre los grandes enigmas históricos. El lector que busca saber si Dios existe puede estar más interesado por la moral, o por los enigmas, o por la filosofía… y algunos van a estar interesados por todo.
Digamos que su libro es un viaje de 180 grados alrededor de la pregunta de si Dios existe, pasando por diferentes escenarios
Eso es precisamente lo que queríamos hacer, al más puro estilo de Sherlock Holmes. Cuando se abre una investigación hay que buscar pruebas y luego juntarlas para desarrollar una tesis y poder responder sí o no a una pregunta. Si unes los conocimientos en todos los ámbitos, al final todo ha de converger. A menudo la gente nos pregunta cuál es la prueba más convincente, y la respuesta no es una sino el conjunto de ideas racionales y coherentes que convergen en ella.
Sin embargo, estamos haciendo todas estas hipótesis sobre la creación del universo sabiendo que apenas conocemos un 4% de su materia.
Hay muchísimas preguntas sobre las que no tenemos respuestas, pero también hay muchas sobre las que sí las tenemos, y son claras y definitivas. Por ejemplo, en el pasado se creía que la luna y el sol eran dioses y eternos, y fueron los judíos los primeros en decir que no, que ambos tenían una función luminosa con un principio y un fin, y hoy ya sabemos que el sol es una bola de hidrógeno que se está consumiendo, que tuvo un inicio y tendrá un final.
Hemos hablado de un Dios creador, ¿qué hacemos con el Dios cuidador, el de las religiones?
Nuestro libro sólo se ocupa del Dios creador. Cuando hayamos atrapado a ese Dios creador le preguntaremos cuál es su nombre, pero eso será más adelante.
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